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PRUEBA REAL

Científico japonés demuestra así que todas las máscaras ayudan a combatir el coronavirus

El Dr. Tomoaki Okuda, profesor de la Universidad de Keio, demuestra en un vídeo cómo las mascarillas más simples ayudan a contener los contagios.

Mascarilla quirúrgica

Pixabay Mascarilla quirúrgica

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Países como Corea del Sur o Japón han sufrido el coronavirus de forma muy diferente a como lo estamos viviendo en países occidentales, donde la pandemia tardó más en llegar, pero en donde está golpeando con mucha más fuerza. En Japón sólo se han registrado hasta el momento 8.582 casos, mientras que en Corea del Sur los contagiados confirmados son 10.613. ¿Por qué estas diferencias con respecto a Occidente?

Además de las diferencias culturales en la relación entre las personas, se cree que gran parte de este control de los contagiados en dichos países está relacionado con el uso habitual que las personas hacen de las mascarillas, especialmente en una época del año como primavera, en donde los ciudadanos están habituados a ponerlas para evitar contagiar de enfermedades, épocas gripales o para combatir el polen y las alergias.

Por tanto son una sociedad mucho más acostumbrada al uso de las mascarillas, las cuales se dijeron en un primer momento que no servían para combatir la pandemia y, en la actualidad, sí están siendo recomendadas y repartidas por los gobiernos occidentales. ¿Son las mascarillas una protección realmente efectiva contra el virus?

El Dr. Tomoaki Okuda, profesor asociado de química aplicada en la Universidad de Keio, quiso realizar un experimento y compartir el vídeo en redes sociales, demostrando que cualquier tipo de mascarilla, por insignificante que sea, ayuda a combatir el virus. por supuesto, algunas son mejores que otras, pero por norma general es mucho mejor salir protegido a la calle para evitar contagiarse o contagiar a los demás.

El profesor realizó un experimento que midió la cantidad de partículas en el aire sin máscara, con una máscara quirúrgica, con una máscara hecha con servilleta de papel casera y con una máscara hecha de un trapo. Como vemos, ninguna de las mascarillas utilizadas es de una gran protección, pero los resultados son sorprendentes. Okuda usó un espectrómetro SMPS que le permite medir el tamaños de partículas, configurándolo para medir las partículas en las que contagia el virus, con un diámetro desde 20 a 100 nanómetros.

 

Sin ningún tipo de protección, al aire libre, el espectrómetro midió 6.000 partículas por centímetro cúbico de aire. Con una simple mascarilla quirúrgica las partículas capturadas descendían a 1800 por centímetro cúbico. Alrededor del 60 o 70 por ciento de las partículas de ese tamaño se evitan gracias a la mascarilla, lo que significa que la mayoría de las partículas con virus no atravesarán la máscara mientras respiras.

Okuda probó una mascarilla hecha con tres hojas de papel de cocina dobladas por la mitad. Las hojas de papel fueron más eficientes para atrapar partículas, midiendo una concentración de 1.000 partículas por centímetro cúbico. Por último un pañuelo, con una tasa de efectividad similar a las mascarillas quirúrgicas, es decir, 1.800 partículas por centímetro cúbico.

Además, el movimiento de las partículas suele ser browniano (es aleatorio, no se mueven en línea recta), así que es probable que queden atrapados entre las fibras. La ciencia demuestra que las máscaras son más o menos efectivas para atrapar partículas que tienen el mismo tamaño de las que propagan el COVID-19. Ahora mucho se preguntan por qué se nos dijo que no servirían para combatirlo…

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