El despertar del Monte Fuji y su relación con la princesa de la luna: Así es la leyenda de la princesa Kaguya

Japón es un país plagado de leyendas ya cuentos que se remontan siglos atrás en el tiempo. Una de las más desconocidas tiene al Monte Fuji como protagonista. Y es que la leyenda de la princesa Kaguya ha sido llevada a la pantalla por nada más y nada menos que Studio Ghibli. Muy atento a las siguientes líneas para conocer una de las historias más fascinantes del país nipón.

Todo comienza cuando un anciano se dirige al bosque para cortar bambú. Allí, dentro de un tronco que resplandecía encontró una pequeña niña, tan diminuta que cabía en su mano. Cuando la llevó con cuidado junto a su mujer, ambos decidieron cuidarla, bautizándola Kaguya que en castellano significa ‘luz brillante’, en honor al haz que desprendía.

Pasaban los años. El anciano continuó acudiendo al bosque como de costumbre, pero cada vez que cortaba bambú, en el interior de los troncos encontraba oro. Kaguya creció como una niña normal, destilando una belleza sin igual. Los rumores sobre su belleza llegaron a oídos de los pueblos más cercanos, recibiendo Kaguya y sus ‘padres’ constantes pretendientes. Kaguya rechazó a todos y cada uno de ellos, incluyendo al mismísimo emperador quien se había personado en su casa para corroborar la belleza de la joven. A pesar de ofrecerle una vida opulenta, el emperador recibió el ‘no’ como respuesta.

La leyenda de Kaguya es una de las más conocidas en Japón, tanto que se les cuenta a los niños en los colegios

Con el paso de los meses, el emperador continuaba enamorado de Kaguya, enviando constantes cartas diarias a la joven. No obstante, nuestra protagonista fue muy clara al respecto con él: “si vuelves a verme, me convertiré en sombra”. Los meses se transformaron en años, y Kaguya comenzó a enamorarse del emperador. Ambos seguían separados.

Un día, los padres de Kaguya le preguntaron los motivos de su tristeza y las noches en vela observando la luna. La joven les confesó que no era humana, ni tan siquiera de este planeta. Era nada más y nada menos que la princesa de la luna. Sus verdaderos padres la enviaron a la Tierra para protegerla; y una vez creciera lo suficiente, volverían a por ella. Este era el principal motivo por el que Kaguya no quería enamorarse, su estancia en el planeta era limitada, concretamente en la siguiente luna llena.

Los padres adoptivos de Kaguya, desconsolados por la noticia, le contaron todo al emperador. Éste envió más de 2.000 hombres a proteger la casa de Kaguya contra aquel que deseara llevarse a la princesa de vuelta a la luna. Llegó la noche de luna llena. Los miles de hombres del emperador quedaron cegados por una luz que provenía del satélite. Kaguya desapareció.

La princesa, no obstante, había dejado una nota para sus padres y el emperador, así como una pequeña botella para él. Cuando el emperador leyó la nota, encontró la declaración de amor de la joven, junto a la botella que contenía el elixir de nada más y nada menos que la vida eterna. El emperador pidió a sus hombres que lo llevaran a la montaña más alta de todo Japón.

Una vez en el lugar, el emperador encendió una fogata, quemó la carta de Kaguya y arrojo el elixir de la vida eterna. Él sólo quería pasar una vida al lado de la princesa, beberlo no tenía ningún sentido. El poder del elixir era tal que lo convirtió en un volcán, emitiendo un humo para siempre con el fin de que éste llegara hasta la luna. El volcán quedaría bautizado como Monte Fuji, o lo que es lo mismo, Fushi (inmortalidad). Hace unos años el prestigioso estudio de animación Studio Ghibli adaptó de forma única y excepcional este cuento.