Madrid Games Week
Buenos datos, pero muchas dudas, tras la Madrid Games Week
Os mostramos nuestras conclusiones sobre la pasada feria Madrid Games Week así como os contamos qué esperamos de su futuro. Y, de regalo, las anécdotas de una feria made in spain.
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Ya toca cerrar la feria Madrid Games Week de este año. Una feria que ha conseguido consolidarse, en lo que ha público se refiere, mientras que ha perdido fuelle, y más que perderá, en lo que a apoyo de la propia industria del videojuego se refiere.
Sí, los que han estado, han estado. Y lo han hecho con todas las letras, permitiendo a los asistentes probar algunos de los juegos que van a salir o que ya han salido, en un gran número de consolas disponibles. Vale que en algunos casos, como The Order: 1886, dicha espera para la gran mayoría fue excesiva (el domingo había que hacer colas de alrededor de 3 horas para tocar una PS4 con el juego de Ready At Dawn). Pero, en general, todo el que por allí pasó, pudo empaparse con algún juego que otro.
¿Y por qué, pese a que se trata de una feria capaz de atraer 55 mil personas (y más que habrían asistido si la entrada no costase 12 euros o si se hubiese repartido el aforo en dos halls, Madrid Games Week está perdiendo el apoyo de la industria del videojuego en nuestro país?
Hay varios motivos. Y el hecho de que uno de los mayores reclamos para los asistentes sea encontrar gangas de segunda mano en el stand de la cadena de tiendas que anda detrás de la organización del evento, no ayuda demasiado.
Nuestra industria, nuestras ventas, nuestro pulso como compradores de videojuegos, todo, se nutre de una optimización del esfuerzo en marketing que haría alucinar a los responsables de las mismas marcas en EE UU. En España hay que saber rentabilizar cada euro invertido, para que llegue al mayor número de personas posible. Una feria supone un coste importante en los presupuestos de comienzo del año (realmente, y aunque el año fiscal acaba para ellos alrededor de marzo, sus presupuestos comienzan a gastarse en septiembre-octubre) y ese dinero obtiene una rentabilidad marcada con la posibilidad de que diferentes sujetos toquen tu juego. Un E3,incluso más que las algo más localistas Gamescom o Tokyo Game Show, consiguen atraer mucho público internacional. Los números que ellos manejan justifican realmente las inversiones que allí se hacen. Y, aún así, año tras año, el E3 está perdiendo otra vez el brillo (es cosa de ciclos, ya lo recuperará en 7 años). Tristemente, el porcentaje de visitantes de otros países o, incluso, de otras provincias españolas que viajan hasta Madrid para visitar la Games Week no es mínimamente notorio. Sin embargo, el nivel de inversión exigido por los organizadores es el de una feria de ámbito nacional y que debería atraer a todo el mundo.
¿Eso a qué conlleva? A que vemos una feria sin moqueta, con pasillos realmente anchos y con ausencias de lo más notables entre la lista de los expositores (sí, muchas third party, como EA, Ubisoft, Activision, Take Two o Koch Media estuvieron, pero lo hicieron a través de puestos en los diferentes stands de Nintendo, Microsoft y Sony. Y a su lado te encuentras magníficos stands de Bandai Namco, Badland Games o, sobre todo, Wargaming, que se erigen como una especie de atavismos de otra época, en la que las ferias funcionaban.
El sentir general, cuando hablabas con los miembros de las diferentes distribuidoras era siempre el mismo: esta Games Week ha salido por los pelos. Y muy pocos veían con esperanza que el próximo año esta industria necesitase una nueva edición.
Lo más triste de todo ello es que, al igual que está sucediendo con todo en la vida, los grandes, como Game, Microsoft, PlayStation, Nintendo y el resto de Third Partys no se resentirán por ello. Habrá otras formas de hacer marketing y la desaparición de la Games Week sólo ayudará a que los gastos de marketing se repartan mejor. Pero los más pequeños, como los desarrolladores independientes, que encuentran en la feria una forma de mostrar su producto, sí que verán como una ventana más se cierra en su complicado camino para salir al exterior. Bueno, y los puestos de camisetas y chucherías tendrán una feria menos a la que asistir. Pero siempre les quedarán los salones del manga para hacer su agosto.
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