Análisis:
Kirby: Epic Yarn
Kirby viene completamente dehilachado en su aventura más encantadora desde que nació.
Publicidad
Aunque parezca mentira, una especie de bola de chicle de fresa puede ser uno de los iconos más representativos de la historia de los videojuegos. Kirby es una especie de constante, de personaje que nunca cae, de ejemplo para el resto de candidatos a mascotas de las nuevas generaciones de videoconsolas. Es todo lo que no debería ser un personaje: es hortera, ñoño, debería caer mal… Sin embargo, es imposible cogerle manía. Sobre todo si, como de costumbre, viene acompañado de los mejores juegos de su género, como suele sucederle.
En Epic Yarn, la bola rosa ha perdido sus facultades. Sin comerlo, ni aspirarlo, se ha introducido en un mundo en el que todos los habitantes y cosas son parte de un enorme tejido. Las personas están hechas con hilos y los árboles y edificios con pedazos de tela.
Como no podía ser de otra forma, el mundo en el que nos encontramos corre un grave peligro. Por ello, solos o acompañados por el príncipe del lugar tendremos que correr al rescate. Y, para ello, en lugar de utilizar la clásica fórmula de aspirar y volar del personaje, tendremos que aprender a movernos con otras habilidades, más propias del entorno en el que nos movemos.
El juego nos permite que nos deshagamos de los enemigos haciéndoles un nudo con un lazo, para convertirlos en objetos arrojadizos, con los que podremos acabar con nuevos enemigos o con paredes o estructuras más sólidas. Algo parecido a lo que siempre ha hecho nuestro lagarto favorito en los Yoghi Island.
Por otro lado, también podremos convertirnos en coche, para ir más rápido; en nave espacial, para volar y acabar con enemigos con rayos láser; en un pesado tanque, para poder disparar bombas y acabar con los enemigos; en culebrila de un hilo, para caber en los huecos; en camión de bomberos, para apagar los fuegos…
Las posibilidades de Kirby: Epic Yarn son tantas como las que puede dar de sí la imaginación de sus creadores. Y, os aseguramos que da para mucho.
El juego roza la perfección en su diseño. Coge las bases de otros títulos, como los recientes Little Big Planet de construir con elementos cotidianos, pero en lugar de mezclar cosas con aspecto de desperdicio, se ha construido una bonita manualidad animada realizada con hilos, lana y todo tipo de telas de colores. Todo un espectáculo visual que, además, llega a resultar aún más entrañable cuando ves que cremalleras y botones pueden alterar todo el decorado como por arte de magia o de corte y confección.
Las posibilidades de Kirby: Epic Yarn son tantas como las que puede dar de sí la imaginación de sus creadores. Y aseguramos que da para mucho
El mundo que se ha creado en este juego es realmente una de las mejores y más bonitas sorpresas que nos hemos podido llevar. El juego no deja de sorprender en ningún momento, creando nuevas situaciones en las que los tejidos pueden llegar a sorprendernos. Todo lo que vemos denota mucho mimo y mucho cariño. Y eso hace que la experiencia resulte aún, si cabe, más reconfortante.
Todo es tan delicioso que, incluso, se llegó a plantear la posibilidad de llevar a más personajes del universo Nintendo a este mundo de los hilos. Una idea, realmente interesante y que, pese a que se pueda quemar el invento, nos encanta.
Porque, en un momento en el que todos los juegos piden acción y disparos, es realmente estimulante encontrar algo así. El que piense que es hortera, que lo pruebe. Seguirá pensándolo pero, esperamos, le importará un pimiento.
Publicidad