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ANÁLISIS

Little Big Planet 2

Media Molecule vuelve a presentarnos el entorno más bello para que nosotros creemos nuestros propios juegos

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Hablar de Little Big Planet 2 es hablar de muchas cosas. Porque LBP2 es muchas cosas. Por un lado, es un juego de plataformas de manual. Uno de esos de scrooll horizontal, diversión y argumentos adecuados para todos los gustos y edades. Por otro lado, también es una obra de arte de vanguardia. Es deconstructivista, minimalista, es un homenaje a las pequeñas cosas, es naif… También es estéticamente reciclable y alternativo. Es muchas cosas y puede ser muchas más.

Como decimos, tiene una parte que es un juego de plataformas, con saltos y pequeños puzzles por todas partes. Un juego que se mueve a tres niveles de profundidad, y en el que podremos mover gran parte de los objetos que vemos en la pantalla. Porque todo en LBP2 tiene su importancia argumental y estructural.

También es un juego en el que cada cosa tiene su peso específico, nada es relativo, todo encaja en el puzzle o todo puede encajar, más bien, si está bien situado en el plano.

Dentro de este mundo, el del juego de campaña para un jugador, también encontramos decorados temáticos, músicas que encajan en el espíritu “indie, pero dentro del sistema” que emana el juego y muchos elementos más que dejarán satisfechos a todos los jugadores potenciales. Porque, sin ser el mejor juego de plataformas del universo, no muestra ninguna fisura lo suficientemente grande como para que nadie pueda decir nada malo sobre él. LBP2 es, como Ramón García en su momento, el yerno perfecto.

Pero la belleza de este juego comienza cuando deja de jugar con él. Cuando ves que realmente LBP2 no es un juego. Eso es lo de menos. Es una excusa para que muchos compradores vaguetes lo compren, arrastrados por el “dicen por ahí que es muy bueno”. Tras ese escudo de juego del montón pero diseñado con genialidad y con más encanto que la media, nos encontramos todo un hueso para los más hardcore de la ciudad.

LBP2 se descubre como un conjunto de herramientas perfecto para que todo el mundo pueda crear su propio juego con elementos del universo de Sackboy. ¿Quieres un pinball? ¿Tal vez un juego de estrategia? ¿Eres más de juegos de acción en primera persona? Con LBP2 las fronteras quedan delimitadas por tus ganas de meterte en un fregado u otro. Si quieres complicártelo, cúrrate un juego de un género nuevo, inventa coloca cosas en pantalla, dale la vuelta… Si sólo quieres probar, métete en un Space Invaders elaborado con restos de basura del más artístico de los vertederos.

Las posibilidades que concibe el juego sólo están delimitadas por el diseño que marca la casa y, bueno, por nuestra propia imaginación. Por supuesto, no podremos crear un Oblivion, pero pocas veces se han visto tantas posibilidades de edición de niveles para un solo juego

Las posibilidades que concibe el juego sólo están delimitadas por el diseño que marca la casa y por nuestra propia imaginación

Por supuesto, y pese a la apariencia y el toque agradable y cercano de todo lo que rodea a Little Big Plantet, su púbkico real son los hardcore gamers y no los casual. Y ni siquiera todos los harcore gamers. Es más bien un juego para minorías, con aptitudes artísticas, o pretensiones de tenerlas. Un seguidor de Killzone, que quiere de un juego un grado de dificultad que ponga a prueba sus reflejos no tiene por qué comprender el espíritu de Sackboy. Pero un Uncharted Lover, que busca un desarrollo lineal y un espectáculo asegurado, tampoco.

Aún así, como decimos, pese a que el producto se vista de marca mass media, esconde un producto complicado y, en muchos casos, incomprendido. Un pequeño con más potencial que la media, pero que no encaja en su clase, por ser más listo, más guapo, más alternativo y por tener más cultura. Esperemos que, algún día, el pequeño LBP encuentre su lugar en el mundo y todo el mundo quiera ser su amigo.

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