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Análisis

Transformers: el lado oscuro de la luna

Optimus Prime la vuelve a liar gorda en un nuevo recital al sinsentido robótico.

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Todo el mundo piensa que Megatron ha huido con las bujías entre las piernas. Sin embargo, Optimus Prime que es muy listo, mandará a uno de sus espías más avezados, el siempre pizpireto Bumblebee, para averiguar qué se esconde en un pueblecillo abandonado de la estepa rusa. Al llegar allí, ¡oh, sorpresa!, los Autobots conseguirán entrar en la red de los Decepticons para descubrir que lo que Megatron había hecho no era huir, si no convertir un par de docenas de las ciudades más importantes del mundo en campos de batalla. Y todo sin que nadie se enterase… Es lo que tiene ser un Decepticon…

Así comienza el segundo trabajo de los estudios High Moon dentro de la franquicia Transformers. Después de haber conseguido levantar un poco la serie con La Guerra por Cybertrón, el primer juego que cumplía unos mínimos de calidad con los personajes de Hasbro como protagonistas, nos llega la versión en videojuego de Transformers 3: El Lado Oscuro de la Luna. En este nuevo juego, los chicos de High Moon ofrece todos los éxitos cosechados con la primera entrega de la serie, realizando un trabajo bastante aceptable y que, desde luego, no cae en los errores fatales de las dos primeras entregas.

High Moon repite todos los aciertos de su anterior trabajo Transformers: La Guerra por Cibertron

Para empezar, el juego se muestra tan rápido y trepidante de la última entrega. También tenemos todas las posibilidades de transformación en tiempo real, el modo online, la historia contada desde los dos lados y cambiando a los personajes y, alguna novedad curiosa, como las transformaciones “a medias” que nos permiten convertirnos en una máquina de matar sobre ruedas (o sobre alas) con la maniobrabilidad de un coche, pero con el arsenal del robot. Estos híbridos se convertirán en un arma indispensable, ya que nos permitirán mayor protección a los disparos y mayor potencial de disparo dirigido. Aunque claro está, lo que realmente mola en este juego es ser un robot gigante y gastar mucha mala baba. En este sentido hemos encontrado una nueva mejora respecto a la versión de hace un año. En aquel juego, curiosamente, encontrábamos que los Transformers podían andar cortos de balas y, bueno, no parecía muy lógico venir desde millones de kilómetros para transformarte en un camión y no venir con un rayo láser infinito, como el que tenían los dibujos animados originales. Por ello, que en esta versión lo único que no te preocupe es que haya balas en el universo, hace que todo se parezca un poco más a lo que esperábamos de esta nueva historieta con robots gigantes.

Visto en comparación con el resto de los juegos de Transformers se consiguen muchos adelantos y se pulen algunos de los pocos resquicios que quedaban de tiempos olvidables del pasado. Sin embargo, pese a que el juego roce la corrección, sigue siendo un poco soso y, tal y como pretenden mostrar las películas de Michael Bay, aquí nada de lo que vemos ha sido pensado dos veces para que tenga coherencia. El argumento, como decimos, inspirado en el de la película (es una especie de precuela de la misma) funciona por los pelos, y al contrario de Guerra por Cibertrón, donde nos interesaba algo, un poco, lo que nos estaban contando, aquí todo da igual y los Autobots y Decepticons hacen las cosas un poco porque sí (llama la atención que, ya en el principio del juego, Optimus Prime orden a Bumblebee que destruya a todos los decepticons de un campamento para que Megatrón no sospeche que han estado allí).

Pero, claro, los Transformers son más de lo que ven nuestros ojos. Y, sobre todo, son más de lo que los ojos de Michael Bay son capaces de ver. Así que, pues eso, transfórmense y avancen.

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