VIDEOANÁLISIS
Transformers: Rise of the Dark Spark
Activision nos devuelve a los transformers a su versión en videojuego. Volveremos a verles en acción para disfrutar de la disputa entre Autobots y Decepticons en su primera incursión Next-Gen, y también en uno de sus videojuegos más flojos.
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El antaño arte de hacer videojuegos sobre las películas más importantes del momento parece estar en peligro de extinción. Antes toda producción que se preciase tenía su correspondiente interactivo. Hoy en día pocas lo merecen y pocos son los videojuegos de este género que obtienen buenos resultados en ventas y, mucho menos, buenas críticas
Dentro de este apartado, Activision ha sabido mantener el tipo con algún juego algo más decente basado en películas como las de la serie Trnsformers. Pero lo hizo sabiendo alejarse con La guerra por Cybertrón y La caída de Cybertron de los argumentos que rozaban lo estúpido de las películas de Michael Bay.
Este año, cuando se estrena la cuarta entrega de la serie en su versión cinematográfica, Activision ha decidido ir un poco más cerca del sol de Hollywood, y se ha quemado.
El juego que tenemos delante de nuestras narices, sí, tiene todo lo que debería tener un juego de Transformers: muchos personajes que jugar, acción por un tubo, transformaciones, caos, modos cooperativos, historia con saltos temporales y, claro está, nombres propios de personajes robóticos que nos resultarán familiares.
¿Y por qué decimos que se han quemado? Porque a todo este paquete le han dado poca envoltura. Vemos un juego que no destaca en gráficos, que no parece lo suficientemente acabado y que no puede presumir, nada más, que de título y de protagonistas. El juego es rápido, y pese a que es muy lineal y algo demasiado corto, puede resultar entretenido. Los fans agradecerán algunos detalles, algunos guiños, algunas presencias. Tampoco están mal la presencia de los dinobots o de algunos enemigos finales. Pero, como decimos, hace que añoremos, primero a los transformers de la serie original de televisión sobre el plastismo de Michael Bay, y luego los trabajos que desarrolló High Moon en los últimos años.
Da la sensación de que, poco a poco, empresas como Activision se van a ir librando de la carga que supone pagar por estas licencias, al ofrecer trabajos como este a estudios más pequeños. Lo más triste es que, si desaparecen las versiones de películas, serán pocos los que las echen de menos.
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