- ¿Cómo empecé a ser tu mascota, Mr. Plinton?

Un día, Ojó se hizo esa pregunta. Ojó llevaba mucho tiempo siendo la mascota de Mr. Plinton, pero no sabía cómo había llegado a él.

- ¿Quieres que te cuente la historia, Ojó?

- Sí, ¡claro!

Entonces, Mr. Plinton llamó a Bimba y a Galaxio.

- Chicos, venid. Ojó me está preguntando cómo llegó a nuestras vidas. ¿Me ayudáis a contarle la historia?

- ¡Claroooo!, - exclamaron sus amigos -.

Los dos corrieron para colocarse en la habitación alrededor de Mr. Plinton para escuchar y participar en la historia.

- ¿Listo, Ojó?

- Sí

Mr. Plinton comenzó a narrar:

- Yo llevaba mucho tiempo pensando en tener una mascota y había buscado perritos, pájaros, un par de gatos… pero no conseguía encontrar mi mascota ideal. Había estado dando vueltas por todos los pueblos y países pintados por Bimba. Llegué hasta el lugar más recóndito del mundo de la imaginación, pero no lo había conseguido.

- Es verdad, yo pinté cosas inimaginables para encontrar el compañero ideal para Mr. Plinton, - aseguró Bimba -.

- Y yo, - dijo Galaxio -, Intenté ser como el flautista de Hamelín, aunque en lugar de tocar la flauta, tocaba la guitarra, intentando conseguir que mascotas aparecieran para que Mr. Plinton pudiera escoger, pero nunca nadie apareció.

- ¿Entonces, cómo me encontrasteis?

- Apareciste tú, Ojó -dijo Mr Plinton-.

- ¿Cómo que aparecí yo?

Mr. Plinton se quedó pensativo un momento y continuó:

- Recuerdo la noche en la que Bimba, Galaxio y yo estábamos ya cansados de caminar y caminar buscando a esa mascota especial. Bimba dibujó una noche estrellada y todos pedimos un deseo. Entonces, de repente, apareciste tú rodando hasta nosotros.

- ¿Rodando?

- Sí, eras tan pequeño que no conseguías andar sin rodar. Como eres una pelotita y tus patitas son pequeñas, te costaba estar en pie. En ese momento, nos miramos los tres y sonreímos. Te paraste delante de nosotros y sin decir ni una palabra, ahí te quedaste.

Bimba comenzó a reír a carcajadas.

- Sí, Ojó, llegaste rodando y luego te diste cuenta de que tenías una cola pegada a tu parte posterior. Intentabas cogerla y no dejabas de dar vueltas y vueltas. Nos miraste y nos viste de nuevo reír. Entonces, Galaxio sacó su guitarra y tocó una canción para intentar que te calmaras, porque estabas muy nervioso.

- ¿Y funcionó?

- ¡Claro que sí!

- En ese momento, Galaxio y yo quisimos quedarnos contigo y le dijimos a Mr. Plinton que tú eras el elegido, pero Galaxio no estaba seguro

- ¿Y por qué no?

- Galaxio quería estar seguro de que no tenías papás. Si los tenías, debíamos llevarte con ellos.

- ¿Y qué hicisteis?

- Bimba, Galaxio y yo comenzamos a hacer un largo viaje contigo. Te metimos en una mochila, porque todavía eras muy pequeño y te costaba andar tramos largos. Recorrimos ciudades, pueblos, el cielo y el mar, preguntamos a todos los muñecos que encontramos, a los árboles y hasta a la luna si alguno era tu papá.

- ¿Y encontrasteis a mis papás?

- No, pero un día Bimba tuvo una idea.

- ¿Qué idea?

- Bimba volvió a pintar aquel cielo estrellado, igual que el cielo que pintó cuando tú apareciste. En aquel cielo había muchas estrellas, y entonces Galaxio comenzó a tocar su canción y Bimba escogió una estrella para hablar con ella.

- ¿Y qué le dijo a la estrella?

- Bimba le preguntó: “Estrellita, estrellita, dinos si esta mascota tiene papás para que le llevemos con ellos”.

Ojó seguía la historia muy atento y sus ojos cada vez se abrían más y más y entonces preguntó:

- ¿Y la estrella contestó?

- Sí, Ojó. Lo hizo.

- ¿Y os dijo dónde estaban mis papás?

- No. Sólo nos dijo que teníamos que cuidar de ti, que tus papás estaban en el cielo, cerca de las estrellas, que te querían mucho, pero que tendrías que darnos todas tus risas, bromas y que también tendríamos que cuidarte mucho. Que yo, como el más mayor, tendría que estar muy pendiente de ti.

- Entonces, Mr. Plinton... ¿tú eres como mi papá?

- Podríamos decir que sí, que soy como tu otro papá.

- ¿Y por qué me llamo Ojó?

En ese momento, Bimba empezó a reírse sin parar.

- ¿Sabes por qué? La primera palabra que dijiste fue esa: Ojó. Nos pareció muy gracioso y como además eres muy observador, nos pareció que era lo más apropiado

- Ahhh, me gusta que me llaméis Ojó. ¿Entonces tengo dos papás?

- Sí.

- ¿Me abandonaron mis otros papás?

- No, Ojó, no hicieron eso, porque tus papás eran buenos, y querían lo mejor para ti, Por eso, le encargaron a las estrellas que te buscaran una nueva familia. Entre todas las opciones, tú nos escogiste, me escogiste a mí, a Bimba y a Galaxio como tu nueva familia. Ellos sólo querían que tú fueras feliz. Puede, incluso, que un día podamos ir a buscarles o vengan ellos a vernos. Ahora, están haciendo cosas muy importantes para el mundo y estoy seguro de que creen que tú también las harás en este otro lugar. Siempre te querrán y mucho.

- Entonces... ¿si miro a las estrellas, ellos sabrán que estoy bien y que pienso en ellos?

- Claro que sí. ¿Sabes? Tienes suerte, porque muchas mascotas no pueden decir que tengan tanta familia.

- Mr. Plinton. Me ha gustado mucho la historia. Algún día, cuando sea más mayor, podríamos organizar un viaje a las estrellas.

- ¡Claro que sí! –gritaron todos al unísono-.