Mr. Plinton es muy deportista y por eso ha estudiado mucho acerca de los buenos y malos hábitos en la comida. A Bimba le gustaban mucho las chuches y cuando un día, ella le dijo que quería ir a comprar con él una bolsa para la merienda, Mr. Plinton se dio cuenta de que tenía que contarles todo lo que él sabía sobre la comida saludable. De ese modo, juntó a todos y les invitó a ir con él al supermercado. Era una manera divertida de enseñarles los alimentos.

Bimba, Galaxio y Ojó se pusieron muy contentos y apenas preguntaron cosas, solo siguieron a Mr. Plinton hasta el supermercado y escucharon con mucha atención. Ese día aprendieron cosas como que las chuches que tanto le gustan a Bimba es mejor dejarlas para momentos especiales y no comerlas todos los días. Bimba comprendió que, además, haciendo eso le sabrían mucho mejor.

A Galaxio, aunque tocar la guitarra era lo que más le divertía, cuando Mr. Plinton le dijo que iban a cocinar platos divertidos y saludables le pareció muy buena idea. Propuso comidas de colores, verdes, naranjas, rojas… Se puso muy contento cuando Mr. Plinton le dijo que todo eso era comida sana. Mr. Plinton seleccionó verduras, frutas de colores, y juntos pensaron en todas las cosas que podían cocinar con esos alimentos. Además, Mr. Plinton le explicó a Galaxio que esos alimentos le ayudarían para crear canciones y para cansarse menos.

Ojó era un desastre con los horarios de las comidas, todo el día estaba corriendo y rodando de un sitio para otro. De todas las comidas que había escogido Galaxio, todos juntos decidieron que se comería en cada hora. Ojó quería comer a todas horas y Mr. Plinton le contó que había que disfrutar de 5 comidas al día. Eso haría que su tripita funcionara mucho mejor y que todas esas vueltas que él daba serían más fáciles si no tenía siempre la tripa llena. Ojó puso unos horarios para esas 5 comidas. El desayuno, a media mañana, la comida, la merienda y por último la cena. Bimba dijo algo muy importante, ella quería comer despacio, algo que a Ojó también le costaba

Bimba seguía insistiendo, aunque menos, en esas chuches y Mr. Plinton le dio a probar unos frutos secos. Ella los probó despacito y le gustaron tanto que volvió a la estantería para coger más. Entre todos, habían decidido no comer chucherías y sí sustituirlas por nueces, almendras, pistachos… En cuanto Bimba se metió una de ellas en la boca, se dio cuenta de que estaba menos cansada y que en su cabecita salían muchas más ideas para sus dibujos. ¡Aquello era mejor que las chuches!.