Bimba había terminado de hacer la nueva casita para Ojó, la mascota de Mr. Plinton y ahora tenía que hacer una caja para que Galaxio pudiera meter en ella todos sus comics a los que tanto cariño tenía. A Bimba se le daba muy bien construir cosas de madera y lo más divertido era que cuando las terminaba, decoraba sus construcciones y estas se hacían reales.

Bimba tenía su lugar especial. Un lugar donde se encerraba y creaba todas esas cosas diferentes, su “taller colores”, ya que así lo llamaba a veces.

La caja para Galaxio le estaba costando mucho. Ella ya había hecho muchas antes, pero la de Galaxio tenía que ser especial. Habían pasado horas y horas, pero quería que fuera tan bonita, que no conseguía tener una gran idea. Entonces la puerta de su “taller colores” se abrió despacito. Era Galaxio.

- Hola, Bimba, ¿Qué tal vas con mi caja? Tengo muchas ganas de empezar a meter ahí todas mis colecciones de comics.

- Galaxio, tiene que ser tan especial que no consigo crear algo perfecto para ti.

- Pero Bimba, si tú eres la mejor creativa que conozco. A lo mejor tan solo necesites descansar.

- Galaxio, yo creo que me he quedado sin mi creatividad. La he perdido.

- ¿Cómo que la has perdido?

- Sí, siempre veo cosas en mi cabeza, millones de cosas y ya no veo nada.

- ¿cómo te podría ayudar?

- No lo sé, Galaxio, estoy muy triste. Me habían dicho que ese era mi don y mi habilidad, que era lo que mejor hacía y ahora ya no puedo hacerlo. ¿Qué haré a partir de ahora?

- Bueno, tranquila, vamos a pensar.

Galaxio se sentó en una de las sillas diseñadas por Bimba, colocó su guitarra encima de sus piernas y comenzó a pensar. Los dos se quedaron en silencio.

- Bimba, ya lo tengo. A veces yo también me quedo sin ideas para componer mis canciones. Entonces siempre tarareo la primera que compuse y por arte de magia, mi capacidad de escribir canciones aparece de nuevo.

- Galaxio, creo que eso no funcionaría conmigo. Yo tengo que pensar en qué otras cosas podré hacer, porque nunca más podré inventar cosas ni haceros regalos y, quién sabe. A lo mejor, incluso, no podré pintar más paisajes que luego vosotros podáis disfrutar.

- Bueno, la música de por sí es mágica, pero la mía lo es de verdad y hace milagros. Si quieres, probamos a ver si funciona.

Bimba seguía muy triste, pero entonces Galaxio comenzó a tatarear. Bimba apenas le escuchaba y seguía pensando en que no era capaz y que no volvería a ser quien fue y que tampoco podría nunca más hacer aquellas cosas tan bonitas que le hacían especial.

Galaxio cada vez tatareaba más alto y empezó a tocar unas notas en su guitarra.

- Bimba, escucha, ahora tocaré estos dos acordes que son los que hacen que la magia haga los milagros.

- Lo intentaré, Galaxio.

Bimba intentó quitar de su cabecita y de esos tres moños, que siempre llevaba impecables, aquellos pensamientos para sólo centrarse en los acordes.

- Escucha, Bimba, mira ahora estas notas que van más deprisa… Cuanto más las sientas, más magia notarás.

Bimba comenzó a tararear, cerró los ojos y empezó a ver solo esas notas, esa música. El silencio empezó a tomar la habitación y la canción de Galaxio cada vez sonaba mejor.

- Galaxio, estoy viendo notas y de nuevo en mi cabeza aparecen colores, pero sigo sin tener buenas ideas.

- Bimba, no pienses en que no puedes, solo siente qué ocurre y observa. Imagínate de nuevo creando cosas bellas. ¿Notas ya tu fuerza de nuevo?

- Creo que sí, Galaxio. Es verdad que esa canción es mágica. Con los ojos cerrados, puedo empezar a ver la forma de tu nueva caja.

- ¿Quieres que siga tocando?

- Sí, por favor. A lo mejor mi creatividad ha decidido volver conmigo.

Galaxio continuó tocando y tocando y Bimba se levantó del suelo, cogió unas hojas y un papel y comenzó a dibujar cajas y cajas, a dar forma con sus colores. Estaba sonriente y ya ni siquiera veía que Galaxio estaba allí.

Pasado un buen rato, Galaxio cayó dormido, pero Bimba no paraba de pintar y pintar.

- Galaxio, ¡Despierta! Lo he conseguido. Aquí tienes tu caja. Es preciosa ¿a qué sí?

Galaxio abrió uno de sus ojos y sorprendido, vio lo que había conseguido Bimba.

- ¡Bimba! Es una de las cosas más bonitas que nunca has hecho. ¿Has visto como sí eras capaz y que la creatividad no se había ido de tu cabeza?

- ¡Nooo, Galaxio!, ha sido tu canción. ¡Es mágica de verdad! ¿Me la podrías prestar?

- Bueno, te la puedo prestar unos días, pero luego me la tendré que llevar.

Galaxio le dejó la canción en el “taller colores”. Dio un beso a Bimba y se fue.

Al cerrar la puerta del taller, vio que allí estaba Ojó, escondido.

- Ojó, ¿Qué haces aquí?

- ¿Una canción mágica, Galaxio?

- Sí.

- Esa canción te la acabas de inventar, porque yo conozco todas tus canciones.

- Bueno…. Es verdad. Pero no podía permitir que Bimba perdiera la confianza en sí misma y la había perdido. Tenía que conseguir que de nuevo volviera a recuperar la fuerza y las ganas de seguir creando.

- ¿Y por eso te inventaste lo de la canción mágica?

- Sí, porque es lo primero que se me ocurrió. A veces, necesitamos que alguien nos ayude a continuar creyendo en nosotros. Es la única manera de conseguir nuestros sueños.

- Es verdad, Galaxio. Un día, Mr. Plinton me dijo algo parecido. Tenemos que creer en nosotros y en lo que somos capaces de hacer y nunca dudar de ello. Galaxio, tengo otra pregunta: ¿Bimba ahora necesitará siempre tu canción?

- No, Ojó. Se la he dejado unos días, pero se olvidará de ello poco a poco. Un día se dará cuenta de que ya no escucha esa canción y que sigue creando cosas preciosas.