Mr. Plinton le dedica mucho tiempo a entrenar. Le gusta tanto el deporte que para él no supone ningún esfuerzo. Todavía no ha decidido cuál de todos le gusta más, así que por las tardes utiliza los lugares que le dibuja su amiga Bimba y que se hacen realidad para él. Allí, practica cada día un deporte diferente acompañado de Ojó, su mascota.

Mr. Plinton siempre iba sólo, aunque le acompañaba Ojó a sus entrenamientos. Ojó solo correteaba a su alrededor, mientras Mr. Plinton practicaba sus deportes preferidos.

Al principio, a Ojó le parecía muy divertido, pero llegó un momento en el que él también se aburría, ya que le gustaría también compartir tiempo con Bimba y Galaxio.

Un día, mientras Mr. Plinton recorría montañas que habían sido pintadas por Bimba con su bicicleta, Ojó le preguntó:

- Mr. Plinton, ¿por qué no avisamos también a Bimba y Galaxio? Sería divertido que fuéramos todos juntos.

- Ojó, otro día, respondió Mr. Plinton. Ellos van muy despacio en bici y eso me retrasa.

Ojó volvió a intentarlo al día siguiente.

- Mr. Plinton, ¿Hoy tampoco podemos llamar a Bimba y Galaxio?

- Ojó, ya te he comentado que podemos jugar con ellos, hacerles bromas, reírnos, pero para los deportes ellos no son los mejores.

- Pero, Mr. Plinton, aunque no sean los mejores, podríamos enseñarles ¿no?

- Bueno, otro día.

Y así, día tras día, Mr. Plinton se negaba a invitar a sus amigos Bimba y Galaxio a jugar y entrenar con él. Mr. Plinton estaba tan ensimismado con sus entrenamientos que no se dio cuenta de que Ojó ya no sonreía y que en lugar de acompañarle a la montaña, a la playa o a un campo de futbol correteando, haciendo chistes, sonriendo y dando brincos, Ojó iba despacito, con la cabeza baja y mirando al suelo. Ojó estaba triste.

Después de varios días yendo despacito siguiendo a Mr. Plinton, un día decidió no salir de la casa y Mr. Plinton cogió su tabla de surf y sin darse cuenta fue directo a la playa. Entonces, notó un silencio y vio le faltaba algo. Se sentó en la arena e intentó ver qué es eso que le faltaba. Ese silencio le dio la pista, ya que los ruiditos de Ojó no se escuchaban por ningún lado.

- Ojó, Ojó ¿Dónde estás?

Empezó a correr de un lado a otro buscando a Ojó, pero su mascota no aparecía. Después de varias horas, decidió volver a casa. Mr. Plinton estaba triste y preocupado. Cuando entró en su casa, ahí estaba Ojó, sentado en el suelo.

- Pero, Ojó ¿Qué haces aquí?

- Estoy triste, Mr. Plinton y tú estás tan centrado en ti, que ni te has dado cuenta de que llevo dos días sin ir contigo.

- Lo siento, Ojó, lo siento mucho. ¿por qué estás triste?

- Porque creo que tenemos que jugar con nuestros amigos Bimba y Galaxio.

- Pero Ojó….

- Mr. Plinton, da igual que sean buenos o no en los deportes, porque ellos te ayudan en muchas cosas. Bimba te pinta cada playa, montaña, cada nube y cada ola donde tú haces surf, montas en bici y cualquier cosa que quieras hacer.

- Eso es cierto y lo hace muy bien.

- Si no fuera por ella, tú no podrías disfrutar tanto con lo que más te gusta.

- Tienes razón, Ojó.

- ¿Y qué me dices de Galaxio? Por las tardes, toca canciones con las que tú te relajas después de haber hecho tanto ejercicio. ¿Tú sabrías tocar la guitarra?

- La verdad, Ojó, es que no…

Mr. Plinton empezaba a darse cuenta de lo que le quería transmitir Ojó.

- Mr. Plinton, somos los mejores amigos, cada uno tiene sus talentos y si los compartimos entre todos hará que todos lo pasemos mucho mejor, que aprendamos cosas nuevas y que cada día seamos más amigos.

- ¿Y tú crees que ellos están enfadados?

- Mr. Plinton, ellos están siendo muy generosos con todo lo que te dan a ti. Aunque no estén enfadados, un día Bimba dejará de pintarte esa montaña o a Galaxio se le olvidará leerte uno de sus comics preferidos o tocar esa canción que tanto te gusta. Aunque no se enfaden, un día podrían simplemente no estar.

- Eso es muy triste, Ojó.

- Sí, lo es.

- ¿Y qué puedo hacer?

- Creo que deberías hablar con Bimba y pedirle que te acompañe mañana a subir montañas. ¡Se le pueden ocurrir más cosas que pintar en el recorrido!. Y que os acompañe Galaxio, que seguro que puede componer una canción para todos.

Esa noche, Mr. Plinton dejó una nota a Bimba y a Galaxio.

“Hola amigos, me gustaría que mañana pasáramos el día juntos. También quiero enseñaros a subir montañas en bici, y agradeceros las cosas que hacéis por mi”

Cuando Bimba y Galaxio encontraron la nota, se pusieron muy contentos. Tanto, que esa noche Bimba no pudo dormir, ya que estuvo dibujando paisajes nuevos y diferentes. Galaxio, por su parte, compuso una nueva sintonía.

Cuando al día siguiente los cuatro pasaron el día juntos y al atardecer regresaron a sus casas, Mr. Plinton llamó a Ojó.

- Ojó, tengo que darte las gracias, porque has hecho que me de cuenta de la importancia de la amistad, que no tengo que creer que soy el mejor y el único que sabe hacer algo. Me has hecho aprender que las habilidades y dones de los demás agrandan los míos cuando los compartimos y hacemos las cosas juntos. Gracias, Ojó, por darme esta lección.