Jay está convencido de que tras el golpe recibido ahora puede ver a los fantasmas de la mansión

El día más importante para Jay y Samantha ha llegado, los primeros huéspedes de su Bed and Breakfast han llegado. Es un momento especial, pero todo se viene abajo (literal) tras abrir la puerta. Las termitas han destrozado la madera del sótano y Samantha y Jay se caen en un enorme agujero al abrir la puerta del alojamiento.

Lo malo de esta caída no es sólo la mala crítica recibida por los primeros huéspedes que iban a recibir, y tampoco el hecho de que deban gastar más dinero en otra reparación y en retrasar la apertura del Bed and Breakfast. Lo malo es que Jay se ha dado un enorme porrazo y debe guardar reposo durante algún tiempo. Jay cree que quizá ahora, tras el golpe recibido, le pase lo mismo que a su mujer y pueda ver a los fantasmas de la mansión. Está convencido de que puede verlos cuando se encuentra a la entrada de la casa con un repartidor que se llama igual que Pete, el fantasma scout. Pero no, es sólo el repartidor y no el fantasma.