LEYENDA URBANA JAPONESA
Conoce a la mujer del talismán: ¿demente o protectora contra los espíritus?
La mujer del talismán es una de las leyendas urbanas más extendidas entre los habitantes de Japón.
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Japón es cuna de algunos de los lugares de la tierra más hermosos y mágicos. Pero, también es uno de los países de la tierra con más historias aterradoras. Recordemos que el país del sol naciente posee una gran e importante cultura tradicional, que sigue muy presente entre los jóvenes de su sociedad. Su folklore cuenta con cientos de Dioses, monstruos o yōkais. En esta ocasión nos vamos a centrar en una leyenda urbana conocida entre los jóvenes y no tan jóvenes del país nipón. En muchas ocasiones, estas leyendas parten de hechos reales, pero estos son exagerados. Hoy vamos a contaros la leyenda de la mujer del talismán.
La historia se desarrolla en lo que, aparentemente, es un barrio tranquilo, normal y corriente de una pequeña ciudad de Japón. Un hombre soltero, de mediana edad, se encuentra realizando la mudanza a su nuevo apartamento. Tras ayudar a la agencia de transportes a dejar todas las cajas y muebles en la entrada, comienza a subir y colocar sus bultos en el apartamento. Tras un día de duro trabajo decide descansar. Recorre las estancias de su nuevo apartamento y decide descansar sobre la tarima del salón, cuya ventana está orientada a la calle principal. Tras sentarse, cierra los ojos y se acuesta. Al poco rato, abre los ojos y mira al techo de la habitación. Sus ojos se dirigen rápidamente a un extraño papel pegado justo al lado de la lámpara que hay en medio del techo. Un papel que tiene escritos algo que no es muy legible desde esa posición.
Decide incorporarse y despegar el papel. Tras hacerlo y leerlo, se da cuenta de que es un talismán, algo típico de la cultura japonesa. El hombre, que no es muy creyente en este tipo de supersticiones, trata el talismán con poco respeto y decide deshacerse de él. Justo en ese momento, con el talismán aun en sus manos, decide girarse y echar un vistazo a la calle. Es cuando contempla en la casa del otro lado de la calle, una extraña mujer mirando hacia él. El hombre no le da importancia, y piensa que se trata de una coincidencia. A la mañana siguiente, cuando el hombre se dispone a ir a trabajar, aprovecha para bajar la basura y dejarla en el contenedor que se encuentra delante de su nuevo apartamento. Pero cuando se acercaba a dicho contenedor, justo en mitad de la calle, se percata que la mujer que la tarde anterior estaba mirándolo, se encontraba vigilando de nuevo. El hombre, al ver la extraña silueta decide salir corriendo a su trabajo.
Allí intenta que sus amigos se acerquen a ver su nuevo apartamento, pero no logra convencer a ninguno ya que se trata de un plan muy repentino. Al regresar a casa esa tarde, y al intentar abrir con llave la puerta principal, esta abre sola. Al hombre piensa que a la mañana, al ir cargado con bolsas de basura, se le olvido cerrar con llave. Entra sin preocupación y se tumba en el suelo del salón. Al abrir lo ojos, se dirigen rápidamente a un nuevo talismán, colocado justo en el mismo lugar que el anterior. Extrañado, se levanta y echa un vistazo por la ventana. No hay nadie a la vista. Respira tranquilo y decide alargar la mano para recoger de nuevo el talismán. Pero cuando este se encontraba en la punta de sus dedos, detrás de él siente un pequeño ruido. Al girarse rápidamente se encuentra con la mujer que lo ha estado vigilando. Tras el susto inicial, llama a los cuerpos de seguridad y estos detienen a la mujer. El hombre, que esperaba en la calle hasta que la policía se llevase a la mujer, observo como esta le dice algo desde el asiento trasero del coche.
El hombre, al volver al interior de su piso, se percata de que la mujer ha entrado con los pies descalzos y sucios. Ha dejado la tarima perdida, por lo que decide ponerse a fregar. En ese momento, cuando se encontraba limpiando el salón, ve caer de debajo de la mesa un nuevo talismán. Extrañado, el hombre vuelca la mesa y encuentra pegado a ella, decenas de talismanes. Asustado, comienza a romperlos y a despegarlos todo. Justo cuando el último de ellos se rompe, el hombre agacha la cabeza y respira aliviado. Pero, justo en ese momento comienza a sentir que no está sólo. Abre los ojos y comienza a alzar la mirada. El hombre no puede creerse lo que contemplan sus ojos, y comienza a murmurar de forma repetitiva: lo que veo no es real, lo que veo no es real, lo que veo no es real… Delante de él, flotando en el aire, lo observan decenas de espíritus malignos.
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