Las jóvenes que juegan a videojuegos tienen más probabilidades de estudiar títulos CTIM, según un estudio

¿Cuántas horas de tu infancia has pasado jugando con Mario, Sonic, Crash Bandicoot o Lara Croft? Si la respuestas es muchas, y eres mujer, tienes una alta probabilidad de terminar estudiando alguna disciplina académica CTIM. O al menos esto es lo que asegura un estudio llevado a cabo por la Dra. Anesa Hosein, investigadora de la Universidad de Surrey (especializa en ciencias, ingeniería, medicina y negocios).

Según el estudio, las jóvenes que son ávidas jugadoras tienen tres veces más probabilidades de estudiar ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, en comparación con las no jugadoras. El estudio ha sido llevado a cabo en la Universidad de Surrey, y en él se analizaron información sobre más de 7.000 personas que viven en Inglaterra que nacieron en 1989-90, y están siendo seguidas por Next Steps. Next Steps, anteriormente conocido como Estudio Longitudinal de Jóvenes en Inglaterra (LSYPE), sigue la vida de alrededor de 16.000 personas en Inglaterra nacidas en 1989-90. Entre la información recopilada por Next Steps, se incluye la educación, empleo, circunstancias económicas, vida familiar, salud y el bienestar físico y emocional, participación social y las actitudes.

Cuando los miembros del estudio estaban en el año 9 del mismo, se les preguntó con qué frecuencia jugaban a los videojuegos y, a los 18 años, informaron si habían ido a la universidad y qué materia habían estudiado. Los hallazgos mostraron que las jóvenes que pasaban un total de 9 horas o más con los videojuegos a la semana, eran tres veces más propensas a estudiar un título CTIM, el equivalente en español de STEM.

La conexión entre esta afición y la elección del grado a estudiar no fue tan fuerte en los niños. Entre los miembros masculinos del estudio, hubo cantidades similares de jugadores sin importar el tipo de estudio universitario. En el caso de la chicas del estudio, el vínculo entre el juego y la elección de grado se mantuvo incluso después de tener en cuenta otros factores que podrían haber afectado a la elección de asignaturas en la universidad, como el origen étnico, los antecedentes socioeconómicos y los logros académicos anteriores.