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ANÁLISIS

Deadpool

El bueno de Deadpool (o Masacre, según gustos) se convierte en protagonista de su primer videojuego con todo el caos y humor surrealista que esto puede suponer.

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Cuando menos uno se lo espera, aparece un personaje que acaba acaparando la luz de las cámaras. En el mundo de Marvel hay muchos, desde hace unas cuántas décadas. Lo que no hace que, en los tiempos que corremos, y volviendo a contar la historia de Lobezno, Iron Man o Spider Man una y otra vez, no haya lugar para que surjan nuevas estrellas.

Deadpool nació en el mundo del cómic como un invitado de la serie de los Nuevos Mutantes en el año 91. Desde ese momento y hasta la fecha, han pasado más de 20 años en los que el mercenario más bocazas ha pasado por todo tipo de reconversiones y de colecciones: ha tenido serie propia, ha salido de invitado, ha sido más bueno y menos bueno… Incluso le convirtieron en un villano mudo (algo impensable tratándose de Deadpool) en la infame película Lobezno: Orígenes.

Ahora, y mientras se decide si el personaje acaba convirtiéndose en protagonista de su propia película, le toca pasar por el mundo de los videojuegos. Un recorrido que hace junto a los estudios High Moon, autores de los últimos tres juegos de los Transformers (incluidos los dos capítulos de las Guerras de Cybertron, mucho mejores que la media de videojuegos protagonizados por Autobots y Decepticons), así como el videojuego pasado en las novelas de Bourne que lanzó Vivendi Universal hace 5 años.

El nuevo juego de Deadpool coge el estilo visual de los últimos lazamientos de Spiderman: un estilo visual fino, con el suficiente detalle y los escenarios lo suficientemente bien realizados como para que nos recuerden al cómic. El desarrollo del juego se mueve en un entorno cercano al hack’n slash, en el que Deadpool tendrá que moverse haciendo todo tipo de barbaridades destruyendo a todos sus enemigos.

Como punto diferencial, la propia esencia del personaje hará que todo cobre un mínimo de originalidad. El personaje principal nos mostrará una nueva forma de entender el mundo de los superhéroes. En su habitual estilo “me importa un pito la cuarta pared” el personaje principal nos hablará en todo momento como jugadores, haciendo una infinidad de chistes sobre nuestra forma de jugar o lo siniestro que le parece que estemos controlando sus movimientos.

Además de ello, también será especialmente divertida la forma de introducir la historia, con una firma del personaje para realzar su primer videojuego, y con una búsqueda caótica por encontrar el guión sobre tu primera aventura interactiva.

El juego no se mueve como una auténtica obra de arte del videojuego. No es The Last of Us, no lo pretende. No tiene la jugabilidad más refinada, no es una pieza de coleccionista. Pero tiene mala leche, es rápido y, bueno, sale Deadpool, lo cuál puede ser un aliciente para muchos fans del personaje.

Es correcto, como lo eran los anteriores juegos de sus creadores. Títulos que, pese a formar parte del terreno de las marcas que venden por el personaje y no por el producto, tenían la suficiente calidad como para que uno no se sintiese traicionado por su carátula.

Por todo ello, Deadpool no es una auténtica locura. Es un juego que se deja querer y que te sacará unas sonrisas. Máxime si eres muy fan de Marvel y puedes pillar todas las bromitas que lanzará el mercenario más bocazas durante las ajustadas horas de la campaña.

 

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