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Análisis

God of War: Ascension

Vuelve Kratos para contarnos un nuevo capítulo en su vida que viene a explicar el camino que recorrió para convertirse en el mortal más odiado en el Monte Olimpo.

God of War: Ascension

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Sabemos que Kratos fue condenado por los Dioses. Que algo hizo y que su familia fue condenada por sus pecados. También sabemos que el Fantasma de Esparta se vengó de todo lo que se mueve y que, uno a uno, consiguió acabar con todos los dioses. Y eso que en algún momento fue uno de ellos. También sabemos que acabó convirtiendo el mundo en un Caos y que sólo así se quedó tranquilo (o no, vaya, que no parece el tipo de personas capaz de estar tranquilo con nada).

Pero no sabemos qué le llevó a convertirse en el Fantasma de Esparta. Que hizo que los dioses se enfadasen por primera vez. En definitiva, qué pasó antes de Ghost of Esparta y Chains of Olympus y la trilogía original.

Y eso es precisamente lo que pretende respondernos este nuevo juego de la saga de Kratos que, dentro de la moda precuelera, pretende escribir unas primeras líneas en la vida del espartano. Aunque, todo hay que decirlo, el guión que nos presenta, ni siquiera consigue ponerle en un lugar demasiado alejado como para que no se nos mezclen las tramas y que sintamos que, realmente, estamos delante de un juego realmente original o que complete algún círculo abierto.

Un nuevo juego de la saga de Kratos que, dentro de la moda precuelera, pretende escribir unas primeras líneas en la vida del espartano

El planteamiento, por lo tanto, es contar una historia nueva con Kratos como protagonista, y como no queda espacio por detrás, después de God of War 3, lo metemos por delante, que hasta su nacimiento, hay espacio.

Obviadas las torpezas argumentales y siendo completamente consecuentes con el argumento de un juego como éste, que no requiere arcos argumentales complejos, vamos a lo que vamos: ¿Es divertido?

Evidentemente, todo buen jugador de God of War sabrá reconocer la majestuosidad de este trabajo. Después de todo, hace ya unos años de God of War 3 y no hemos podido disfrutar desde entonces de un buen hack’n slash endiabladamente rápido y mortal como aquel en Playstation 3. El nuevo juego vuelve a utilizar los ingredientes básicos de la saga: escenarios muy elaborados, con mucho fondo, con gran lujo de detalle. En ellos parece que todo está vivo, que en la distancia se mueven elementos que podremos ver en cualquier momento. Debido a las características básicas de la serie, esos escenarios pueden pasar a verse en planos muy generales o en planos en los que Kratos obtiene mayor presencia. Todos estos cambios se realizan de forma vertiginosa, acompañando muy bien el punto de vista a la acción, cubriendo siempre todo lo que sucede de forma sutil y llevándonos sin pensarlo de grandes batallas, a enfrentamientos más pequeños, a un poco de exploración y, en los mejores casos, a grandes peleas con monstruos de tamaño desproporcionado culminados siempre con espectaculares combates quicktime event.

Como añadido, se ha incluido un modo online que, por decirlo de alguna forma, no es que ofrezca un interés realmente grande al jugador pero que, bueno, ahí está para el que quiera llevarse a casa una forma diferente de interpretar el hack’n slash. Vamos, que no es un motivo de compra pero a alguien le interesará.

Hubo un momento en el que se pensó renovar la franquicia, al más puro estilo Assassin’s Creed, cambiando de Dios, de Guerra y, por lo tanto, hasta de mitología. Hubo quién habló de llevar el estilo de juego y la mecánica a las tierras nórdicas para que pudiésemos hacer algo similar, pero con un poco más de nieve, y a los hijos de Odín como enemigos de un humano torturado. Tal vez ese sea el verdadero futuro de la saga, debido a que el parco en palabras Kratos parece tener poco que ofrecernos nuevo a los jugadores. Justo lo contrario que su género y los estudios de Santa Mónica. Esperemos que pronto podamos hablar de un reboot de la serie.

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