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Análisis

Rain, la lluvia que escondía los secretos de la ciudad

Los Japan Studios de Sony vuelven a regalarnos una auténtica joya exclusiva para Playstation 3 y de venta únicamente en formato digital.

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Está lloviendo en la calle. Un niño se asoma por su ventana, para ver el mundo exterior, la soledad de una ciudad en una noche de otoño. Lo que ve le estremece: una niña invisible, apenas distinguible por el agua que cae en encima de ella, es perseguida por unas extrañas criaturas de similares características. El niño no pueda aguantar la curiosidad y corre a salvar a la pequeña. Un error, ya que le conduce (nos conduce) a vivir la misma historia.

Ahora somos invisibles. Sólo podemos ver a nuestro personaje cuando estamos debajo de la lluvia o cuando nos hemos cubierto de barro. En el resto de los momentos, somos invisibles, y así podremos protegernos de los ataques de las extrañas criaturas que nos persiguen, a nosotros y a la niña que acabará por ser nuestra compañera de aventuras.

Rain encaja perfectamente en lo que todo el mundo espera de un juego indie actualmente: toque europeo (música, ambientación), visualmente bello, minimalista, tonos cercanos al blanco y negro… Hay decenas de juegos que se podrían inscribir en cada uno de estos ingredientes; desde Contre Jour hasta Limbo, pasando por Escape Plan. Centrándonos en juegos del estilo de Limbo, nos pide que resolvamos pruebas pequeñas en un entorno lineal. ¿Qué significa esto? Muy sencillo: estamos en un escenario, y en ese escenario, sucede algo. El monstruo grande va a cazar a la pequeña. Nosotros tenemos que impedirlo, empujando una caja para luego huir del monstruo. Cada pequeña escena tiene una resolución, y pasamos a la siguiente, y luego a la siguiente. Si nos cazan un par de veces, y demostrando que el juego es puramente lineal, nos muestran una pista sobre qué estamos haciendo mal y cómo podemos empezar a hacerlo bien. Todo se convierte en algo realmente sencillo, rápido, simple.

De hecho, su duración, su dificultad y hasta su precio, demuestran que se trata de un producto pequeño. Ahora bien, ser pequeño no es sinónimo, ni mucho menos, de ser malo.

El juego respira y supura belleza. Es tranquilo, pero sin perder agilidad. Su narración, a modo de cuento, hace que resulte tierno, entrañable. Y el misterio que rodea a los personajes te mantiene pegado al mando, esperando saber algo más sobre todos esos personajes sin nombre a los que coges cariño enseguida, pese a que no puedas ver sus rostros.

Evidentemente, y pese a las más que evidentes referencias a otros productos de la casa, como los juegos Ico y Shadow of the Colossus de Fumito Ueda, Rain no tiene las mismas pretensiones de grandeza. Sí, los tres comparten una estética triste, a la par que tierna, y los tres son minimalistas en muchos aspectos. Pero Rain se queda ahí, no investiga posibilidades de juego, no experimenta con el silencio. Recoge lo mejor de cada creación humilde y lo coloca todo ahí, delante de nuestros ojos, para que lo disfrutemos.

Eso sí, pese a todo, no perderemos en ningún momento esa sensación de haber visto antes cada momento del juego. Porque recuerda a demasiadas cosas y, pese a que contado parezca tremendamente original, visto o jugado se limita a crear dejâ vus en nuestra cabeza.

En estos días, en los que el mal tiempo se acerca, en los que las tardes de los domingos comienzan a convertirse en esa cosa oscura y larga en la que viven prácticamente todo el invierno, en esos momentos de manta, repiqueteo de lluvia, café y lamparita de noche, Rain encontrará su mejor momento. Se acomodará en nuestra consola, en nuestras manos, y sólo querremos escuchar música francesa. Eso sí, insistimos, en Rain no se mata, en Rain sólo se corre, se salta y se esconde. Y, para todo, se piensa. Que nadie se lleve a engaño y espere ver mezclada sangre en los charcos. Evitemos las confusiones.

 

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