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State of Decay

Os dejamos con un pequeño fragmento de State of Decay para Xbox One, la revisíón para la nueva generación de Microsoft del divertido juego de supervivencia en un mundo zombie.

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State of Decay es uno de esos fenómenos pequeños que han conseguido hacerse un hueco entre los grandes. Sin comerlo, ni beberlo, ha conseguido colocar más de dos millones de ejemplares en las tiendas.

Para que nos hagamos una idea, se trata de un juego abierto en el que tenemos que sobrevivir a una invasión zombie, en la que vamos a encontrar a muchos más muertos vivientes que a posibles socios en nuestra aventura. Eso sí, pese al toque abierto y a las reminiscencias GTA Style del juego, aquí la cosa no va sólo de ir de misión en misión y tiro porque me toca. En muchos casos lo que tendremos que hacer será, más bien, avanzar, buscar recursos, encontrar otros supervivientes, preparar nuestra base, realizar acciones para que nuestro grupo esté animado, tomarnos las cosas con calma, cubrir mapa realizando inspecciones.

El juego, este sentido, en el que se refiere al tema de crear un campamento base, es como mejor funciona. Es donde se nota la diferencia con otros juegos de zombies, más empleados en generar acción y mostrar un poco de terror. Aquí vemos ese sentimiento de comunidad en el que unos humanos tienen que sobrevivir y ayudarse los unos a los otros.

Por supuesto, si las cosas van duras, nuestra gente se desanimará, y a lo The Walking Dead, pondrán en duda nuestro liderazgo, intentando crear una nueva comunidad. Si les cuidamos bien y les salvamos siempre, hasta podremos tener nuestro propio huerto para generar alimentos y, con ellos, el necesario descanso del guerrero.

El juego es, desde que salió al mercado hace un par de años, ha conseguido colocarse como una de las propuestas más originales del saturado mercado de juegos con zombies, es relanzado ahora en una edición especial para Xbox One. ¿Qué podemos encontrar en ella? Pues muy sencillo: el juego original, sus DLC Lifeline y Breakdown, que proporcionan nuevas horas de juego y unos gráficos elevados a los 1080p. El resultado, visualmente, no es demasiado llamativo. No esperemos que este título, en principio exclusivo para Xbox 360, acabe pareciendo un juego nativo de la nueva generación. Sin embargo, gracias a las posibilidades de migración de juego, para los que han pasado por la edición anterior y hayan cambiado de consola, sí sirve como puente para continuar con nuestra misión de supervivencia. El juego es bastante digno y merece tener algo más de vida ahora que la plataforma en la que nació está viendo sus últimos momentos.

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