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Análisis

Max Payne

Rockstar continúa su apuesta por las nuevas plataformas móviles con una adaptación realmente conseguida de su clásico Max Payne.

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Cuando Rockstar comenzó a introducirse en el saturado mundo de los dispositivos móviles, poco sabíamos de lo que nos venía encima. La compañía norteamericana quería dejar su impronta, siempre dorada, siempre reluciente, al servicio de iPads y iPhones. Y lo hizo, en principio, con un impagable Chinatown Wars y, poco después, con algo mucho mejor: una versión renovada y mejorada del grandísimo GTA III. Algo con lo que no se atreverían a soñar en estos momentos ni PSPs, PSVitas o Nintendo 3Ds.

Pues, para que veamos que aquello no fue simple fruto de una casualidad cósmica, de un acertado movimiento para celebrar el 10 aniversario de uno de los juegos más importantes de la historia, Rockstar vuelve a demostrar que están sobradamente preparados para sorprender con títulos menos importantes. Y lo hace, de nuevo, con una versión para IOS del primer Max Payne. Para colmo, lo hace con los mejores gráficos que se le conocen a este juego y doblado perfectamente al castellano, con el audio original con el que el juego salió al mercado en el año 2001.

Para los que no saben de qué va este clásico, un par de apuntes: un policía feliz, casado y padre de un bebé, descubre un día al llegar a casa que unos yonkis han entrado en su hogar para asesinar a su familia. A partir de ese momento, comienza el viaje de Max a los infiernos. Decide arriesgar todo lo que le queda metiéndose de lleno en la mafia, infiltrándose para destapar a una de las más importantes organizaciones de tráfico de drogas de Nueva York. ¿Qué sucede? Que cuando más abajo está Max, cuando más se ha hundido en el cieno de la sociedad, el único policía que sabe que Max trabaja para los buenos es asesinado. Max queda al descubierto: traidor entre los delincuentes; delincuente entre las fuerzas del orden. Una nueva pesadilla en la que contará, sobre todo y ante todo, tu puntería y la cantidad de balas que puedes llevar encima.

Max Payne, creado originalmente por los estudios Remedy nos mostraba varias cosas hace ya más de una década que, en aquellos entonces comenzaban a verse y que hoy ya son comunes. Por un lado, es uno de los pioneros en darle una importancia obsesiva a los comportamientos físicos. Todo lo que vino después no hizo más que intentar copiar sus comportamientos, sobre todo los que correspondían al policía, que ejecutaba a cientos de enemigos en lo que en aquel momento se llamó “tiempo bala”, una suerte de mezcla de conceptos Matrixianos o de filosofía John Woo.

Por lo tanto, Max Payne tenía una historia, que es más de lo que tenían muchos juegos de acción por aquel entonces, tenía una jugabilidad endiablada, momentos de terror, sordidez, ambientación y muchas ideas.

Lo que tenemos hoy en nuestras manos se ve antiguo, pasado… Pero se ve en un teléfono, lo que hace que se vea fenomenal. Sí, el control táctil sigue siendo incómodo para el juego. Pero el resto de detalles, pequeños, hacen que este sea, posiblemente, de los juegos más recomendables que uno se puede comprar con un iPad. Es largo, es profundo, es grande… Es Max Payne, en estado puro, y antes de que podamos disfrutar de su regreso a la pantalla “mediana” (nadie le espera en la grande después de la peli de Mark Wahlberg) es absolutamente imprescindible que acabemos con todos esos canallas, con nuestro estilo frío y desarrapado de siempre, al estilo Max Payne. Esto es, que para llegar al final del juego y consigamos demostrar nuestra inocencia, tendremos que acabar con la vida de dos o tres millones de malhechores.

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