Análisis de Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón

Nathan Drake está a punto de llegar a PlayStation 4 con su aventura definitiva. Tras muchos años siendo un temerario cazatesoros, el héroe de Naughty Dog se había pasado a una vida mucho más tranquila junto a Elena Fisher, pero una vida que va a cambiar rápidamente debido a un imprevisto.

El hermano de Nathan, Sam, se persona ante el ex-cazatesoros cuando todos le habían dado por muerto. En la realidad, Sam había estado preso en una cárcel panameña, de la cual ha podido salir bajo una dura condición: hacerse con uno de los tesoros más valiosos y milenarios que se conocen. Y esto obviamente llevará a Nathan a intentar ayudar a su hermano, volviendo a los peligros a los que estaba habituado el legendario cazatesoros.

Comienza así una nueva épica aventura del cazatesoros más reconocido de Naughty Dog, una aventura que estará cargada de acción  y exploración, pero que también aporta novedades para disfrutar de la nueva entrega de Uncharted. Novedades como las fases de conducción a bordo de un 4x4, las cuales aportan mayor variedad a la serie, pero sin abusar en su uso.

Uncharted 4 nos ofrece contenido y diversión para rato, siendo el juego más largo de la franquicia con diferencia. Pese a que su desarrollo no deja de ser lineal, lo cual es imprescindible para darle continuidad a todas las cinemáticas que nos encontramos, en Uncharted 4 también nos encontramos con zonas mucho más abiertas a las de otros títulos de la serie, siendo estas más idóneas para la exploración.

Por otra parte, el apartado técnico de Uncharted 4, como cabía esperarse, es sublime. No solo en cuanto a gráficos es uno de los títulos más potentes de PlayStation 4, sino que la gran variedad y belleza de los paisajes con los que nos encontraremos nos permitirán disfrutar mucho más y mejor de la aventura.

Puede que la serie Uncharted sea una de las franquicias más lucrativas para consolas de Sony, pero Naughty Dog ha querido dar fin a la serie con Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón, pues solo así una historia puede llegar a durar para siempre sin fisuras. Un punto y final con sabor a broche de oro.