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Análisis

Dark Souls

Llega el sucesor espiritual de Demon's Souls, con el firme propósito de hacernos pasar un mal rato con su nivel de dificultad para expertos.

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Hace unos años salía en Japón (y en los territorios colindantes) un juego de rol que venía a dar a aquel público una buena ración de rol occidental tamizado por el filtro oriental para que las experiencia fuese total. Dicho juego, lanzado por From Software (creadores de los geniales Otogi o Ninja Blade, así como del futuro Steel Batallion: Heavy Armor para Xbox 360 y Kinect) salía como sucesor espiritual de King's Field, una saga que tocó todos los palos en aquella época, expandiéndose de Playstation a Playstation 2, y de allí a móviles, PSP e, incluso, PC.

El caso es que el éxito de Demon's Souls, que es el título del que estábamos hablando, consiguió traspasar fronteras. El secreto de su éxito consistió en mezclar oportunamente todos los factores del rol occidental, con su diseño de personaje, exploración y mazmorreo, con algunos conceptos de la filosofía oriental (para matar a un enemigo tienes que estudiarlo, crear estrategias, analizar la forma y, sobre todo, para acabar con uno grande vas a tener que sudar el proporción a su tamaño).

Estas son las bases de algunos juegos populares, como el famoso Monster's Hunter. Pero, mientras que el juego de Capcom se mueve a través de conceptos simples y mundos, más o menos, amables, Demon's Souls lo hacía a través de un rol puro, espeso y con una ambientación oscura y decadente. Vamos, que Demon's Souls tomaba las batallas de Monster's Hunter, las multiplicaba por mil y, además, lo rellenaba todo con cientos de posibles horas de juego en la que poder investigar, andar, buscar items y matar miles de enemigos de menor cuantía. Una auténtica locura.

Como decimos, el éxito del juego fue tal, que al final el mercado se rindió ante la evidencia, lanzando dicho título, exclusivo para Playstation 3, fuera de Japón.

Y, claro está, cuando triunfas en todo el mundo, lo suyo es que te aproveches de las circunstancias. Demon's Souls salió hace un año en nuestro país, pero llevaba desde el 2009 en el mercado internacional. Eso ha conseguido que se tomen un buen tiempo en preparar, más que una secuela, un juego realmente similar, lo que se llama un sucesor espiritual. Un juego con nuevas posibilidades, más mazmorras, más enemigos y más posibilidades online, para que no nos sintamos del todo solos en esas inmensas y frías mazmorras que tendremos que visitar.

Dark Souls nos habla de una época en la que los dioses se enfadaron con los mortales y mandaron una especie de plaga de muertos vivientes, apagando la luz del sol para que, además de asustados, estuviesen fríos y oscuros. En esa época, pocos pueden aprovechar las pequeñas llamas de luz del sol que están repartidas por el mundo. Y, por supuesto, nosotros somos unos de ellos.

Tendremos que configurar ligeramente nuestro personaje para comenzar a movernos por el mundo. De esta forma, iremos entendiendo ligeramente las posibilidades de combate que tenemos. Podemos manejar con un gatillo un arma, mientras que con el otro podremos, por ejemplo, hacer uso del escudo, siempre que sea necesario o posible.

Una obra de ingeniería precisa que carece del calor que le robaron a sus personajes

La estructura jugable es la de un juego de acción directa. Aunque, supuestamente, cuente la armadura que tiene nuestro enemigo, su tamaño y ciertos factores para decidir en qué espadazo o flechazo cae al suelo, nuestro objetivo es dar muchos golpes y no recibirlos, para acabar con ellos. En los casos de grandes enemigos, sobre todo afectará el concepto de punto débil. Por lo que, en esta base, nos encontramos con un juego muy arcade. Por supuesto, no lo es. El componente de rol lo obtenemos, sobre todo, al valorar el juego como un continúo progreso. Es prácticamente imposible llegar a las dos horas de juego si no hemos aprendido a cambiar equipo, a mejorar habilidades y a usar la magia, como en cualquier juego de estas características. Por lo tanto, para saber qué tenemos qué hacer, tendremos que observar, calcular y aprender de nuestros incontables errores. Por ejemplo, para matar a un dragón no podremos valernos de la espada. Pero tampoco podremos disparar flechas a cada parte de su cuerpo. Tendremos que averiguar, ensayo error, el lugar en el que las fechas le afectan más. De dicha forma, y sólo si tenemos el suficiente equipo (en este caso, número de flechas) podremos ver muerta a la bestia y, con ello, podremos avanzar en el juego.

Todo esto nos lleva a meternos más y más en una aventura lenta, concienzuda, pero que aporta una mayor concentración de satisfacción a la hora de superar restos (apoyada sobre la eterna frustración de no creernos lo suficientemente buenos para superarlos los mil intentos anteriores).

Por supuesto, para todo hay trucos. El juego viene con la posibilidad, al más puro estilo MMORPG de pedir ayuda a otros jugadores a través del modo online. De esta forma, se permite el modo cooperativo, pero no necesariamente en una partida aparte y siempre presente. Los usuarios expertos (casualidades de la vida, casi todos japoneses) podrán entrar en tu partida en momentos clave para ayudarnos a pasar nuestros peores tragos. Aunque, os avisamos, ver como estos pedazo de máquinas se pasan en segundos enemigos que nosotros jamás soñaremos con vencer, es igualmente frustrante.

En definitiva, Dark Souls no es un juego perfecto. Pero nos lleva a ser perfectos como jugadores. Tal vez le falte, en muchos momentos, la narrativa de The Elder Scrolls, así como su belleza.

Pero, como reto humano y personal es realmente interesante. Una obra de ingeniería precisa que, como decimos, carece del calor que le robaron a sus personajes. Demasiado frío y seco para enamorar. Y lo suficientemente frío y calculador como para satisfacer a los más enfermos del rol.

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